José Miguel Benavente

Institucionalidad para la ciencia y tecnología

En fechas reciente ha vuelto a la palestra la discusión acerca de la mejor forma en que el Estado debe organizarse...

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 14 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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En fechas reciente ha vuelto a la palestra la discusión acerca de la mejor forma en que el Estado debe organizarse para apoyar a la ciencia y la tecnología. En particular, muchos empujan la idea de la creación de un ministerio especialmente abocado a esas tareas siguiendo la práctica de algunos países. Antes de tomar una posición al respecto es bueno tener en cuenta algunos problemas básicos que ayudan primero, a evaluar si la arquitectura institucional actual esta funcionando como debiese y, segundo, proponer modificaciones a ésta en vista de conseguir que logre su objetivo final de apoyar a esta nobles y necesarias actividades. Los tres problemas relevantes que una eficaz y eficiente institucionalidad debiese corregir son los siguientes.



En primer lugar, la inconsistencia dinámica. Este problema subyace a la mayoría de las actividades de fomento de la ciencia y tecnología y tiene que ver con el hecho de los beneficios indiscutibles que tiene la promoción de estas actividades no muestran sus frutos dentro del período de mandato de la autoridad de turno, y, en consecuencia, muchas veces estos esfuerzos son desplazados, en el margen, por otro tipo de inversiones que poseen una mayor visibilidad. Si la autoridad tiene como uno de sus objetivos reelegirse, obviamente que algunos proyectos científicos serán remplazados por puentes y caminos los que serán inaugurados con fanfarria por quienes detentar el poder.

En segundo lugar, la captura. Ya que existen innumerables argumentos económicos acerca del porqué se debe financiar con nuestros impuestos las actividades científicas y tecnológicas, la mejor manera de hacerlo es teniendo una agencia que acompañe directamente dicho proceso la cual canalice las demandas, requerimientos y diseñe programas ad hoc que busquen solucionar dichos problemas de manera eficiente. El problema radica cuando ya no se justifica seguir empujando algunos programas pues los incentivos privados ya son suficientemente fuertes como para que el estado retire su apoyo o bien los recursos ya no se usan en lo que originalmente justificó su uso. Entonces la autoridad de turno se ve imposibilitada de retirar ese apoyo dadas las consecuencia económicas, políticas y sociales que eso conlleve. Así, la autoridad está capturada por los beneficiarios.

Y en tercer lugar, esta el problema de agencia. Si las responsabilidades en el diseño e implementación de una política que apoya a la ciencia y tecnología no es clara y contestable, es decir que la persona a cargo no pueda ser visiblemente identificable, y en consecuencia interpelada cuando los objetivos y metas no han sido alcanzadas, entonces estamos en presencia de un problema de agencia.

Los países desarrollados han generado diversos arreglos institucionales para dar cuenta de estos problemas. Hay desde ministerios de ciencia y tecnología, consejos de estado hasta modelos donde cada actividad : la ciencia, educación de postgrado, tecnología e innovación están asociadas a agencias diferentes. Lo invito entonces a que en base a estos sencillos principios haga su propio juicio sobre la situación actual y evalúe también el modelo que piensa sería ideal para Chile.

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